La vuelta al cole ha supuesto un fuerte impacto emocional en la vida de muchos niños. Y es que se han visto expuestos a un cambio importante: el colegio ya no es el mismo lugar que conocían, y ahora deben cumplir distancia y una serie de normas que dificultan la comunicación y el contacto humano.
Al atravesar este duelo por la pérdida de la rutina anterior, pueden experimentar emociones nuevas e incluso manifestar síntomas de estrés o ansiedad.
A esto se une el ritmo frenético del día a día, las prisas de las familias sobrecargadas de trabajo, y los cambios de etapa en el cole, los trabajos, los nuevos compañeros… Pero los niños tienen algo muy positivo, y es que ellos, a diferencia de los adultos, parecen presentar una mayor capacidad de vivir en el momento, de disfrutar de los instantes y de permanecer en lo que algunos denominan “el ahora”.
Por todo esto, la práctica del Yoga puede ser altamente beneficiosa para ellos, ya que no solo les mantiene en forma, sino que les ayuda a reducir sus niveles de estrés y a ser más conscientes de su energía y su fuerza vital.
Son muchas las posturas o asanas que los niños de diferentes edades pueden practicar, siempre bajo la supervisión de un experto y ejecutándolas de manera segura (muy importante el calentamiento previo y relajación posterior) y progresiva. Y por supuesto, teniendo en cuenta la condición física y las posibles lesiones de cada alumno.
A nivel físico, las ventajas de introducir el Yoga en la rutina deportiva de los pequeños son múltiples:
- Aumenta su fuerza, su flexibilidad y su movilidad articular.
- Les ayuda a corregir futuras lesiones de espalda y a mantener una buena higiene postural, muy importante tras pasar tiempo con ordenadores u otros dispositivos.
- Trabaja su equilibrio y mejora su propiocepción corporal: aprenden a ser conscientes de todas las partes de su cuerpo y a saber qué músculos intervienen en cada movimiento. Así son capaces de detectar si sienten algún dolor o desajuste en alguna zona y da la posibilidad de tratarles antes de que se agrave.
- Les hace conscientes de su respiración y les otorga pautas para controlarla y saber más sobre los diferentes tipos.
- Les introduce en el mundo deportivo y puede servir como entrenamiento funcional en caso de que practiquen otro deporte de forma habitual.
Pero si nos centramos en la parte emocional, ¿cuáles son los beneficios que el Yoga puede aportar en la vida de niños y adolescentes? Nos lo cuenta Mercedes Muro, profesora y coordinadora de extraescolares del Colegio Balder:
- “El yoga nos enseña a usar nuestra energía de manera más efectiva. Cuando practicamos yoga aprendemos a usar la energía de la fuerza vital en nuestros cuerpos (prana) para sentirnos más relajados o motivados.
- El yoga nos enseña a calmar la mente. Cuando practicamos yoga aprendemos a estar quietos. Esto nos ayuda a escuchar con atención y a tomar buenas decisiones, fundamental para los más pequeños en un futuro.
- El yoga nos enseña acerca del equilibrio. Cuando practicamos yoga aprendemos a ser más conscientes de la necesidad de equilibrio en nuestras vidas.
- El yoga nos enseña a mimarnos. Enseñar a los niños a cuidarse a sí mismos es una forma de demostrar amor y de aprender a mimarse.”
Mercedes Muro también imparte “Multizen”, una nueva actividad que aglutina la iniciación en el Yoga además de otras dinámicas de Mindfullnes y gimnasia emocional y cerebral. Ella misma nos explica cómo estos talleres les ayudan a “mejorar su concentración y su rendimiento académico, tomar conciencia de sus emociones, desarrollar su inteligencia emocional y a relajarse para vivir de forma más saludable y feliz.”
Hemos podido comprobar que existen muy buenas razones para proponer a tus hijos apuntarse a esta actividad pero nos olvidamos de las que pueden resultar más importantes para que ellos se animen. Y es que el Yoga, de origen indio, es una actividad muy creativa y entretenida, ya que estimula su creatividad gracias a su poder simbólico y a su relación con el juego.
Los aspectos espirituales del Yoga y su origen místico están ampliamente relacionados con la naturaleza. Muchas de sus posiciones representan figuras de animales e incluso de otros seres, o simulan estrellas y constelaciones; y pueden ser muy divertidas y estimulantes para los niños de todas las edades. Además, aprenden a identificarlas y a darles un contexto, lo que les ayuda a ejercitar su mente y favorece el desarrollo de su aprendizaje.
Para probar esta actividad, solo necesitan ropa cómoda (mallas y camiseta) y una esterilla o colchoneta. Suele realizarse con los pies descalzos, aunque en caso de los más pequeños podrían utilizarse calcetines antideslizantes. En la clase, los profesores se encargan de escoger una ambientación y una música adecuada que les introduzca aún más en la sesión, que suele durar entre cuarenta y cinco minutos y una hora.
Ya conoces todo lo que el Yoga puede aportar en la vida de tu hijo o hijos. ¿Por qué no os animáis a probarla? Puedes contarnos tu experiencia en los comentarios. ¡Namaste!