Entrevistamos a Bárbara Tovar, psicóloga clínica con más de 20 años de experiencia experta en gestión de la ansiedad y el estrés. Recientemente ha publicado su último libro “Mi mundo en calma” que es un manual fantástico para abordar la ansiedad y el estrés en niños y adolescentes, y que está ilustrado de una manera maravillosa por Cristina Picazo.
¿De dónde surge la necesidad de escribir este manual?
Realmente el libro empieza a crearse justamente en un momento en el que veíamos que los problemas de ansiedad, tanto en niños como en adolescentes estaban creciendo, y queríamos aportar nuestro granito de arena con técnicas, estrategias y recursos que estuvieran como muy introducidos en actividades lúdicas, divertidas… Así podríamos educar emocionalmente, por un lado, a los niños, y también a los padres, que también son agentes muy importantes de circunstancias como la ansiedad infantil.
¿Tú crees que desde la pandemia se han incrementado el número de casos de jóvenes con este tipo de trastorno?
Sin lugar a dudas, han aumentado muchísimo los índices de ansiedad y de estrés en niños y en adolescentes. Si antes había uno de cada tres niños que podían tener o manifestar sintomatología de ansiedad; hoy en día, a raíz de la pandemia se han duplicado y triplicado en algunos casos. Por tanto, necesitamos una herramienta que fuera fácil, de acceso sencillo y que los niños pudieran empezar a entender mejor qué es la ansiedad. Y que los papás también entendieran qué pueden hacer desde casa para ayudarles a través del juego a dominarla
En tu libro planteas un recorrido interior por diferentes planetas; en este caso, tres planetas, que son: mente cuerpo y acción. ¿De dónde parte este planteamiento?
Este recorrido nace de la orientación cognitivo conductual dentro de la psicología clínica. Toda conducta humana está dividida en tres grandes bloques: la parte cognitiva, la fisiológica y la motora.
La parte cognitiva tiene que ver con la mente, y para poder acercarles en un lenguaje mucho más sencillo para los niños, decidimos llamarle planeta mente. Es el planeta de la fantasía, de los sueños, de los pensamientos, de los deseos… Todo lo que nuestros hijos se cuentan y la forma en que interpretan su realidad del día a día. Es verdad que, cuando no tenemos una educación emocional muy profunda, pensamos que la forma en que nos contamos las cosas es la verdad, pero luego nos damos cuenta de que la forma que interpretamos es una forma muy personal y muy subjetiva, y que esa forma de contarnos las cosas no nos es útil. Que se puede cambiar, que hay otras formas de contarnos las cosas que nos hacen más fuertes y más seguros, que incluso nos invitan a ser más valientes. Y ese tipo de reflexiones es lo que intentamos trabajar a través de actividades y juegos en el planeta mente.
Luego tenemos la parte fisiológica: el planeta cuerpo. ¿Qué pasa en mi cuerpo cuando tengo ansiedad? ¿Qué respuestas fisiológicas sentimos? Taquicardia, presión en el pecho, dificultad para respirar, dolor de tripa, de cabeza… son las quejas somáticas más frecuentes que los niños tienen cuando tienen ansiedad. ¿Cómo responde su cuerpo? En el planeta cuerpo enseñamos técnicas de respiración y relajación del yoga para que aprendan a cuidarlo y la importancia que tiene.
Finalmente, el planeta acción tiene que ver con la parte conductual: qué estrategias de acción tenemos para poder afrontar la ansiedad y eso tiene que ver “aprender a no evitar” y “aprender a habitar”, que es bastante diferente. Habitar significa aprender a tener un plan de acción, a confiar en que tienes un plan, una estrategia, o un método que te va a ayudar poquito a poco a ir afrontando tus miedos. Ese planeta acción invita a los niños a ser un poquito más valientes, pero siempre desde su zona de aprendizaje, nunca llevándoles a una zona de pánico o a quedarse estancados en su zona de Confort. Y eso es una clave, la psicología siempre ha ayudado con sus técnicas cognitivo-conductuales a que los niños tengan mejor calidad de vida.
Es aquí donde planteas unas herramientas positivas que los niños pueden llevar en su mochilita: la valentía, la perseverancia… ¿Qué papel juegan dentro de esta gestión?
Muchísima, el libro es un viaje por los tres planetas y uno de los objetivos más importantes es que el niño entienda su mundo interior. Al principio decimos que el niño ese viaje lo va a emprender con una mochila ¿qué necesitamos meter dentro de ella? Es aquí cuando aparecen esos conceptos: la calma, la valentía, la motivación… Queremos que introducir conceptos términos e ideas que les ayuden a entender que hay muchas más cosas de las que ellos piensan o han hablado, y que estas cosas que les pueden ayudar a afrontar sus retos y a enfrentar sus desafíos
¿Crees que en los últimos años en los coles o en diferentes instituciones se va dando más importancia a esta inteligencia o educación emocional?
Sí, yo creo que somos mucho más conscientes de la importancia de la inteligencia emocional. Cuando yo era niña, en el colegio, no se hablaba absolutamente nada de ésta. Creo que esto ha cambiado mucho desde entonces. También hay un trabajo muy personal, yo creo que tenemos que trabajar individualmente. Los adultos tenemos que entender la forma en la que trabajamos nuestras propias emociones y la forma en que nos entendemos a nosotros mismos Ya de por sí es un vehículo para poder tratar mejor los problemas emocionales que nos encontramos en el alumnado, en los niños y en los adolescentes. Si un profesor o un papá no sabe gestionar adecuadamente sus emociones es muy difícil que pueda ayudar a otros niños a que lo hagan. El saber escucharnos, el entendernos, el leer, el formarnos… Son asignaturas pendientes porque hasta hace muy poquito esto no se daba en el cole. Entonces tenemos un montón de adultos, que se están responsabilizando de una educación emocional en niños, a los que nunca les han dado ninguna formación al respecto. Es ponerles demasiado peso sobre los hombros. Si no nos han dado esas asignaturas, yo creo que tenemos que aprender a autoformarnos para poder sentirnos más preparados de cara al manejo con niños y adolescentes.
El entorno juega un papel esencial. Cuando hablábamos del tema de la ansiedad (no siempre) observamos que existe un porcentaje muy elevado de niños que manifiestan ansiedad, que tienen una mamá con la ansiedad, o tienen un papá con ansiedad, o existe ese ambiente ambiente en casa. Tendemos los papás a pensar que las conversaciones que tenemos delante de los niños no calan en ellos, pero realmente los niños escuchan mucho más de lo que creemos. Son mucho más intuitivos de lo que creemos, son muy sensitivos y enseguida son capaces de diferenciar cuando hay un ambiente de armonía de calma y de confianza en casa y cuando no lo hay. Y esa es la parte que decía antes, si no tenemos una buena educación emocional, si no somos conscientes de cómo manejamos nuestras emociones, es difícil que podamos luego ayudar a nuestros hijos a que las manejen bien. Es muy habitual encontrarte sintomatología ansiosa en niños que ya está en los papás. Hablamos de estilos educativos basados en la sobreprotección o en la dramatización de los conflictos, de las emociones negativas. No me gusta llamarlas negativas, porque yo creo es una etiqueta, prefiero denominarlas emociones difíciles. Como papás debemos aprender a aceptarlas, a entenderlas y a mantener la calma cuando nuestros hijos viven tristeza, enfado, ansiedad… ¡No pasa nada! Y esa calma que tú tienes, cuando tu hijo se sienta un poquito más inestable emocionalmente, le va a dar mucha más confianza a él o a ella para poder entender sus emociones. Hay que ocuparse, pero no preocuparse en exceso o totalmente.
Y por último ¿qué señales de alarma (para profes o papás) nos pueden indicar que nuestro niño o adolescente, está con unos niveles de ansiedad importantes, y que es necesario consultar a un profesional?
Afortunadamente cada vez hay más niños que piden ayuda y que demandan ir al psicólogo por propia voluntad. Eso nos lo pone súper fácil a los padres, soy muy fan de eso, porque creo que a veces a los papás nos cuesta escuchar la “música de tiburón” como la apodamos en Psicología. Quiere decir que algo no está funcionando bien
¿Cuáles son los síntomas, para escuchar esa música de tiburón? Por ejemplo cuando tu hijo tiene dificultades para conciliar el sueño o para afrontar sus responsabilidades del día a día. Hay niños que somatizan muchísimo con no querer ir al Cole, o a los que cada día por la mañana les duele la tripa, la cabeza o no quieren entrar por la puerta del cole. Cuando tú notas que a nivel social no está bien integrado, notas que no le invitan a los cumpleaños o que nunca tiene planes con otros amiguitos del cole. Para mí también es un indicador que se muerda los puños, el control de esfínteres, dificultades para comunicarse o para hablar sobre sus sentimientos o expresarse con naturalidad… Hay muchas señales que nos indican que nuestros hijos no están pasando por un buen momento. ¿Qué hacemos los papás con esas señales? Yo creo que muchas veces, los padres vamos a ignorar esas señales porque pensamos que puede ser algo pasajero, queremos no darle mucha importancia. Todavía nos cuesta mandar a nuestros hijos a un psicólogo o pedir ayuda psicológica, porque nos asusta que tengan un problema y a veces intentamos ignorar todo eso para aparentar normalidad. Y parece que si lo ignoro el tiempo suficiente esto va a desaparecer.
Lo cierto es que tenemos que tener en cuenta que el 80% de los trastornos de Salud Mental aparecen antes de los 17 años ¡Es una barbaridad! Y tan solo un 10% reciben atención psicológica Todo esto quiere decir que existen muchísimas señales de que nuestra salud mental empieza a dar muestras de que necesita ayuda antes de esa edad, antes de los 17 años. Si los llevamos a un profesional y eso se trabaja y se elimina, hay muchas más probabilidades de que la vida adulta esas cosas se hayan curado y se hayan eliminado, y tengamos una vida plena. Hay que ser valientes y desmitificar el tema de la terapia. Simplemente se trata de ocuparnos, no de preocuparnos. Es igual que el dentista, no vale ir cuando ya no tienes prácticamente muela. Hay que ir al psicólogo antes de que el niño ya esté realmente sufriendo muchísimo. A veces, con tres o cuatro sesiones, dependiendo del caso, es más que suficiente Necesitamos un lugar seguro donde poder hablar y compartir nuestras opiniones. Lo pasa es que cuando no lo hemos atendido durante mucho tiempo, lo que empieza siendo simplemente una llamada de atención, se ha convertido en un problema.
Así evitamos además ser el primer país de Europa en Consumo de ansiolíticos, que es impresionante…
Yo creo que tiene mucho que ver con una sociedad que está basada en la inmediatez que queremos resolverlo todo ya. Y también con mucha falta de acceso muchas veces a un psicólogo a través de la sanidad pública, el médico de cabecera es el que determina, o incluso el pediatra, recetar pastillas para poder calmar o tapar la sintomatología. Pero cuando anestesiamos a un niño, un adolescente o un adulto, nos tendría que quedar muy claro que no le estamos dando habilidades y que para poder superar un trazo de ansiedad necesitamos habilidades. No dejar de sentir la emoción, la emoción no es el enemigo sino la alerta, es la señal que nos está diciendo que algo no está funcionando bien.
Por nuestra parte, vamos a contribuir en esa gestión de la ansiedad gracias a tu manual. Y también Bárbara, vamos a ayudar a nuestros niños a transitar por esos planetas y acabar en un planeta de acción, que, como tú dices en tu libro, es el planeta de los valientes, de los nuevos aprendizajes y de la superación de las dificultades.
Hay que vivirlo con pasión y con ilusión, si el mundo externo es gigantesco y podemos viajar a millones de países, si viajamos hacia adentro ya es infinitamente más grande… ¡Conozcámoslo!